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EL RESQUICIO: NI FU NI FA

Retiro lo dicho
Por Alejandro Córdoba
 
Retiro lo dicho
Por Alejandro Córdoba
 
El cine colombiano de terror y suspenso en nuestro país tiene sus altibajos: desde la entretenida ‘Cara Oculta’ de Andrés Baiz hasta la insoportable sarta de hijueputazos de ‘El Páramo’ (un sancocho entre la bruja de Blair y Rosario Tijeras, con reparto: faltó que la bruja fuera Farina “la nena fina” o Johana Bahamón, que no sé cómo la pueden llamar actriz).

‘El Resquicio’, ópera prima de Alfonso Acosta, es una suerte de thriller psicológico donde hay más preguntas que respuestas. En eso consiste el acierto de la película, a pesar de sus muchos defectos: mala actuación, errores de continuidad. Su mayor problema fue venderse demasiado como una película de terror o suspenso que pareciera muy compleja.

Pero, a medida que avanza, pasa de ser un tonto ejercicio de historias de miedo para niños, a la antigua, a convertirse en una película que pretende, y parece lograrlo, ser una historia para adultos, que no causa miedo, pero sí genera tensión. Una tensión por la fuerte atracción sexual que sienten los dos hermanos por su tía, la misma que sentimos muchos de los espectadores por la flacura esbelta de Fiona Horsey.

El problema no es tener miedo, sino soportar sentirse identificado con el protagonista, interpretado por el argentino Alan Daicz. El personaje es un adolescente antipático, cuyo comportamiento parece estar condicionado por la muerte de su hermana y un incontrolable deseo sexual.

Se reprocha la actuación, tal vez debida a la parquedad de los diálogos. El colombiano-crispeta no está acostumbrado a ver cine de terror con imágenes lentas y muchos paisajes (a menos que se trate de la abominable sicaresca de terror llamada ‘El Páramo’). Los actores se mueven así, con lentitud, son silenciosos y hablan poco. Hay escenas desafortunadas, poca credibilidad. Pero destacan las actuaciones de Diego Peláez y Maruia Shelton (si exceptuamos una escena de llanto donde no querían salir las lágrimas y sí el sudor).

Hay un resquicio en la película: un ambiente macabro a pesar del desgano de los actores, de los diálogos y de la historia. Es el formato de la sangre, de la serie B, de las historias obscenas, por eso un asesinato se describe en imágenes con escenas intermitentes, silenciosas y un filtro rojo, como en las caricaturas y en algunas películas viejas italianas de suspenso con muchas tetas y sangre. Es creíble el ambiente enfermizo, por eso los personajes son extraños, casi tontos o tontos del todo como los dos gemelos (interpretados por los hermanos Heins).

La película no es extraordinaria, pero merece ser vista, pues no es un producto Dago García. Pero hay que aclarar algo: seguramente no es apta para personas extremadamente sensibles y con problemas del corazón.

 

 

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