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EL MITO DEL LATIN LOVER

Blasfémina
Por María Ximena Pineda
@anacaonax


Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando escuchamos la expresión “Latin Lover” es una especie de Tarzán insaciable, dorado por el sol, sexy y romántico. Una imagen que tenemos que agradecerle al “star system” hollywoodense y al folklórico prejuicio del “ser latino”.

Blasfémina
Por María Ximena Pineda
@anacaonax

Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando escuchamos la expresión “Latin Lover” es una especie de Tarzán insaciable, dorado por el sol, sexy y romántico. Una imagen que tenemos que agradecerle al “star system” hollywoodense y al folklórico prejuicio del “ser latino”.

El filólogo español, Jordi Luengo, señala en su artículo “Ídolos populares de latina masculinidad” cómo, en el imaginario colectivo del primer tercio del siglo XX, post-guerra, existía la convicción de que cualquier persona oriunda de la denominada “raza latina” tendía a dejarse llevar por la flema de su carácter aventurero y era ardiente en su manera de amar.

Luego llegó Hollywood y encarnó al latin lover en el italiano cuerpo de Rodolfo Valentino, quien en la película “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, en 1921, interpretó a Julio Desnoyers, un pintor bohemio y bailarín de tangos: el latin lover que toda ama de casa estaba esperando para que llenara de agreste pasión su árida cama matrimonial.

Valentino inauguró todo un “star system” de latin lovers entre los que se encuentran Gardel, Julio Iglesias, Andy García, Antonio Banderas, Javier Bardem, entre muchos otros. Aun hoy, en el siglo XXI, la figura del latin lover existe con bastante fuerza en el inconsciente colectivo de las mujeres arias que vienen a América buscando su don Juan tropical.

Así pues, como existe la figura del macho latino insaciable, el semental romántico que ya casi se convierte en cliché, también existe la “latin lover”, una mujer que encarna todo lo misterioso de América: salvaje, mulata, misteriosa, fértil y absolutamente sexual.

Prueba de ello son los personajes que han encarnado Salma Hayek, Penélope Cruz, Eva Longoria, Jennifer López en las tantas películas hollywoodenses que pintan a la mujer latina como una amante excepcional, voluptuosa, totalmente carnal y hasta frenética en el sexo.

Y luego está el adefesio que representa el personaje de Sofía Vergara en Modern Family, un remedo de “latin lover”, colombiana, ignorante, mal hablada, medio cazafortunas, medio bruta y medio perra. Un peligroso personaje que ya se ha vuelto no. 1 de la burla en cuanto talk show y alfombra roja acontece, dejándonos, a las colombianas, latin lovers, por el piso.
No hay nada malo en la inofensiva idea de que los latinos y latinas somos apasionados, alocados y hasta sexualmente más calurosos que los nórdicos teutones o los pragmáticos americanos. Lo que sí es penoso es que el prototipo se convierta en una exagerada caricatura gracias a la lavada de cerebro del “star system” gringo que ha erigido como terroristas a los rusos –durante la guerra fría-, a los colombianos y mejicanos –durante la lucha contra el narcotráfico- y, ahora, a los musulmanes –post atentados del 911-, gracias a su poder cinematográfico.

No está mal aceptar el lado frívolo de la categoría “latin lover”, a muchos nos va muy bien conquistando bajo esta empresa. Incluso puede llegar a ser un halago, ¿Quién no quiere que lo comparen con Valentino, Gardel, Penélope Cruz o Salma Hayek? Sin embargo, hilando más fino, es un insulto. Es inevitable sentirse mal al ver el patético número al que ha llegado Sofía Vergara, que pasa de ser una “latin lover” a representar un payaso vulgar con un par de tetas que gritan “estoy a la venta”.

Quizás el hombre sea el menos perjudicado con esta representación sexual de “latin lover”, quizás seamos las mujeres las mártires de esta caricaturización sexual. Lo cierto es que la idea del “latin lover” está tan vigente como en tiempos de Valentino sólo que hoy es más poderosa. Gloria, la latina sexy de Modern Family encarnada en Sofía Vergara, es un ítem de un catálogo sexual que nos vende no como “latin lovers” sino como objetos mercadeables a cambio de sexo.

Mucho ha cambiado en la iconografía cinematográfica de los latin lovers desde la primera mitad del siglo XX al actual star system. Los latin lovers de ahora no tienen nada de romántico, ni de refinado, ni de misterioso; ahora son amantes de catálogo, divas sexuales de la publicidad. Queridos extranjeros, me siento en la obligación de decirles que las latin lovers no compartimos casi nada del personaje que encarna Sofía Vergara, es más, podemos ser todo lo contrario y ni siquiera nos alcanza la talla del brasier para parecernos a ella y, queridas extranjeras, con todo el respeto que se merecen mis coterráneos latinos, están bastante alejados de Antonio Banderas o de Javier Bardem. Los latin lovers son un mito y Hollywood es la publicidad engañosa que los vende.

 
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