Las manos llenas de tierra y las mechas reventando son algunos detalles que abundan en el trabajo de este fotógrafo sogamoseño de 30 años, así como los paisajes coloridos y estrellados. Con su cámara capta los saberes campesinos y pretende reivindicar el árido trabajo en la ruralidad colombiana y de otros países latinoamericanos. El 18 de agosto dictará un taller en el Lago de Tota y tenemos un cupo para rifar entre nuestros lectores.