En fotos: las incertidumbres y alegrías que dejó la Toma del Mambo
Las actividades que doce colectivos realizaron el pasado fin de semana en el museo, arrojaron diferentes perspectivas sobre la actividad cultural en Bogotá. Algunos testimonios de los participantes destacaron el diálogo que se dio en torno a la situación del arte en el país, mientras otros alzan la voz para que los artistas y directivos se tomen, de verdad, el museo.
Julián Guerrero
Ideado como un proyecto que le apuntó a estimular la producción artística local en diálogo con el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) sus nuevas perspectivas institucionales, la Toma del MAMBO logró acercar al público a las distintas inquietudes, luchas y desafíos a los que se enfrentan hoy los proyectos autogestionados, las radios comunitarias, las reservas ambientales y los músicos, entre muchas otras propuestas de la escena local que tuvieron presencia.
Durante la Toma, el Mambo se convirtió en un espacio no convencional que guardó las lejanas y esquivas obras de arte moderno para mostrar a la gente lo que se está haciendo hoy día en las esquinas de los barrios, plazas o garajes. “Con la Toma se buscaba reevaluar el concepto del museo. Ya no pensarlo sólo en estas cuatro paredes, sino mostrar el rol dinámico del edificio”, explica Mario Alario, encargado de comunicaciones del museo, quien además aclara que, aunque el “Se arrienda” y la Toma no tuvieron nada que ver, ambos se apoyaron mutuamente y sirvieron para sacudir al público y llamar su atención.
A su fin, la Toma dejó tantas alegrías como incertidumbres. Si bien se abrió la puerta para que diferentes propuestas pudieran acercar su producción a un público que no siempre está acostumbrado a los museos, también mostró, para algunos colectivos, la difícil situación del arte en Colombia.
Para Ana Garzón, directora de la fundación Más Arte Más Acción que estuvo a cargo de la coordinación del proyecto, la respuesta fue positiva. “La circulación masiva de personas que nunca van al museo nos deja el ánimo de seguir colaborando entre los colectivos y la sensación esperanzadora de lo que podría ser el uso de este tipo de espacios. Todavía faltan varios momentos de reflexión con el MAMBO y los colectivos, pero lo que nos queda es la sensación de que la ciudad sí necesita estos espacios de convergencia, de alteración de la cotidianidad y de compartición de narrativas y lenguajes en los que ella misma está hablando”.
Hunza Vargas de Museo Q afirma que para ellos fue una gran experiencia poder hablar de lo queer en el arte moderno. “Poder hacer esta curaduría nos permitió proponer un diálogo entre obras que de otra manera no hubiera sido posible. Logramos dialogar con el espacio de una manera muy singular. Asimismo, los colectivos estábamos muy interesados en romper el silencio que el museo tradicional nos ha enseñado. Creo que en eso nos unimos mucho. Me gusta el futuro que veo en Bogotá”.
María Valencia de La Distritofónica señaló que “La respuesta de la gente fue muy positiva. Me llamó mucho la atención la participación de los niños. No solo en las acciones o espacios que iban enfocados hacia ellos, sino en todo lo demás y, particularmente en el nuestro, me encantó ver niños muy chiquitos e incluso algunos papás con los niños alzados, todos súper atentos a lo que sucedía”.
Por su parte, Federico Daza, fundador de El Validadero Artístico destaca que la Toma no es algo novedoso y que ese tipo de actividades tienen lugar desde hace tiempo en otros espacios diferentes al museo. A su juicio, lo que pasó en el MAMBO sólo hizo ruido. “El MAMBO seguirá siendo el MAMBO. Eso no va a cambiar hasta que nos tomemos el museo de verdad, desde sus directivos. Hasta que los artistas se tomen la voz”, señala.
También los miembros del colectivo Survamos señalaron que en la ciudad hay mucha producción artística, sobre todo en los barrios menos favorecidos y que, aunque la exposición del MAMBO no se hizo para legitimar estos proyectos sí permitió acercarlos a otras personas, así como atraer otro público al museo. “Creemos que esta exposición no va a cambiar el estado del arte, porque estamos en medio de un gobierno que no apoya los procesos culturales. La visibilidad que se ha logrado de los proyectos de estos territorios no responde a la institucionalidad ni al apoyo de los museos, sino que se ha originado por la constancia y autonomía de los mismos proyectos. No se pueden comparar las fundaciones que usan la cultura para hacer dinero con los procesos sociales que usan el dinero para hacer cultura”, afirman.
La Toma del MAMBO es solo un primer paso para una reflexión que aún va tomando aliento. Para no perder el impulso, y pensar en lo que viene, los dejamos con esta galería de lo que sucedió durante el fin de semana.