¿Qué lee la gente en Transmilenio?
El transporte público, a fuerza de codazos y madrazos, se ha convertido también en un espacio para la lectura. Existen recorridos que pueden durar más de una hora, tiempo que muchos dedican a dormir, chatear o, simplemente, mirar por la ventana e ignorar a los vendedores. Pero un pequeño (cada vez más grande) grupo de personas le está dando la vuelta al tedio, a los vapores y a los olores de Transmilenio.
Encontramos en estos gusanos mecánicos a personas leyendo gordos libros de cálculo, partituras, novelas, cuentos, etcétera. Algunos iban sentados en las sillas rojas o en el piso de los articulados, otros estaban parados en las estaciones esperando sus rutas. Todos parecían idos, magnetizados por la lectura, afirmando discretamente que no importa la incomodidad del sitio o el tiempo de espera, el confort de un buen libro es único y, al final, también nos transporta.
Fotos: Javier Campuzano