MEMORIAS INÉDITAS DEL ROCK COLOMBIANO
Hace medio siglo, un grupo de jóvenes soñó con “colombianizar” el rock. Se trataba de una generación que por entonces pensó que aquel ritmo que enloquecía a la juventud tenía algo que decirle al país. Precisamente por eso, músicos y fanáticos pioneros intentaron consolidar su presencia, pero sus esfuerzos debieron acomodarse a los caprichos de la industria.
La cosa arrancó a principios de la década de los sesenta, cuando la llegada del ritmo de moda animó a grupos de repertorio tropical a incluir temas rocanroleros. Los Daro Boys, Los Teen Agers o Los Golden Boys fueron algunas de las bandas que representaron aquella tendencia. A los primeros les debemos un LP pionero, grabado en el teatro Colón, mientras que a los demás los recordamos más por su repertorio tropical en clásicos como “La cinta verde” y “El pirulino”. A pesar de ese drástico cambio, queda para el recuerdo el carisma de Gustavo “el Loco” Quintero, que al frente de Los Teen Agers se convirtió en nuestro primer frontman.
Poco después, a mediados de los años sesenta, llegaría el turno de proyectos más estables y decididamente roqueros, como Los Speakers, Los Flippers, Los Ampex y Los Yetis, grupos que se consolidaron como ídolos, triunfando al lado de Harold, Óscar Golden o Lyda Zamora, algunos de los baladistas que dominaban la escena mediática conocida como la Nueva Ola. En ese entonces, la inspiración venía de Inglaterra con Los Beatles, cuyo look y algunas de sus canciones eran imitados acá. Pero al tiempo que se trataba de copiar a los británicos, hubo intentos de gran originalidad y talento en el trabajo de Humberto Monroy, Rodrigo García (ambos de Los Speakers), las canciones aportadas por Ferdie a Los Flippers o el vínculo de Los Yetis con el nadaísmo.
Hacia 1967, cuando la atención de casas discográficas y medios parecía agonizar, la madurez creativa inspiró propuestas rebeldes pero muy serias, como la de Los Streaks (un curioso intento de hacer ópera rock), The Wallflower Complextion (con su mala ortografía gringa), The Time Machine (intérpretes del repertorio más psicodélico de la época) y de nuevo Los Speakers, adelantados representantes de experimentación creativa en ese excelente álbum titulado En el maravilloso mundo de Ingesón.
Curiosamente, mientras buena parte del establecimiento discográfico y social le daba la espalda al rock, éste logró un destacado nivel creativo. Así llegó la década de los setenta con los festivales hippies: La Vida, Ancón, Pedregal, Lijacá y Melgar fueron los espacios más recordados. Allí tocaron grupos con repertorio propio y emitieron mensajes inspiradores para su generación, en no pocos casos influenciados por la música folclórica nacional. Las bandas de entonces alcanzaron a mostrar un modo muy original de ser roquero en Colombia.
De este momento fue protagonista el rock psicodélico de grupos como Siglo Cero, La Banda del Marciano y unos renovados Flippers con el éxito “Pronto viviremos un mundo mucho mejor”. También llegó la experimentación latina de Malanga (donde militaría Chucho Merchán), La Banda Nueva (con el excelente LP La gran feria) y Terrón de Sueños. Como si fuera poco, hubo una profunda integración al folclor colombiano, representada en los grupos La Columna de Fuego (posteriormente la banda de apoyo de Leonor González Mina) y Génesis, el proyecto de más larga vida de su generación, el cual sobreviviría por dos décadas.
Para el momento de formación de estas bandas, hacia 1971-1972, los hippies colombianos expresaban su interés por las expresiones más autóctonas y tradicionales del país, lo cual se reflejó agregando al rock instrumentos colombianos, ritmos como la cumbia, el currulao y el bambuco, al lado de letras que les cantaban a los temas más variados de la nacionalidad: “Emiliano Pinilla”, de La Banda Nueva; “La joricamba”, de La Columna de Fuego, o “Don Simón”, de Génesis, son las canciones más emblemáticas de esa etapa. El rock colombiano se apropiaba así de “una riqueza musical extraordinaria que en ese momento nadie aprovechaba”, como lo recuerda hoy Roberto Fiorilli, veterano baterista de Los Speakers, The Time Machine, Siglo Cero y La Columna de Fuego.
A mediados de los años setenta, con el breve éxito alcanzado por Génesis (liderado por el gran Humberto Monroy, ícono de nuestro rock), esta generación roquera se despidió silenciosa ante la indiferencia mediática, la marginación de parte de una sociedad que los estigmatizaba como “bichos raros” y también por los excesos de un público poco o nada preparado para aglomeraciones, agitación y consumo de drogas. Con pocas oportunidades de desarrollo, muchos de estos músicos emigraron a Europa o Estados Unidos, mientras que otros abandonaron el rock como proyecto de vida.
Hoy quedan como memorias del aterrizaje del rock en Colombia recortes de prensa, fotos, fragmentos cinematográficos dispersos, una treintena de álbumes y otra cifra igual de compilados y sencillos. Aquí les presentamos algunas piezas de este rompecabezas que se moldeó entre 1963 y 1975.
Escuche nuestro playlist del rock colombiano sesentero aquí.