DIEZ MONUMENTOS AL HORROR
Por Chucky García
En este bestiario de deidades, próceres sacrificados, expresidentes y obras conceptuales, no queda títere con cabeza. Recorrimos la ciudad de extremo a extremo para seleccionar diez esculturas que, a juicio del transeúnte que curó esta muestra, lejos están de embellecer el paisaje urbano.
LAS PATILLAS DE LA CORDIALIDAD
Parque El Tunal
Esta obra de la reconocida artista Ana Mercedes Hoyos fue instalada sobre una considerable porción de pasto en la alcaldía de Peñalosa. Orinal ineludible para los perros que visitan este parque metropolitano, parece un buque partido por la mitad. Así, encallado en potrero, no es jugoso para el ojo humano, aunque muchos digan que forma parte de la quintaesencia del arte figurativo colombiano. Además de aparatoso y frío, estorba la panorámica.
CARLOS LLERAS RESTREPO
Calle 22D con Cra. 70
Ubicado en la urbanización de apartamentos de interés social que lleva su nombre y que algunos llaman “Smallville”, este pequeño monumento al “Chiquito” Lleras produce sentimientos encontrados que aterran. Es dulce porque parece salido de un Kínder Sorpresa, suspicaz como el Dr. Evil en la película Austin Powers y corto de vista como cualquier busto de expresidente colombiano que se respete.
MUJER CON ALAS Y RUEDAS
Edificios Bancafé y Corfivalle, Cra. 7 con calle 72
Dos torres de oficinas comparten esta obra del artista colombo-estadounidense Jim Amaral (o John James Amaral para los amigos). Estas figuras son lo más afín a una atracción mecánica engendrada a partir de la mezcla entre el libro Angelitos empantanados, de Andrés Caicedo, y el cuadernillo de un disco de Marilyn Manson.
PLAZA DE LOS ALFILES
C.C. Gran Estación
El aporte de los centros comerciales al inventario de monumentos siempre estará en descuento, y para la muestra este ajedrez con lavadero automático de autos incorporado. Como para jugar damas chinas a escala humana, con personas obesas en camisetas mojadas.
LUIS CARLOS GALÁN
Avenida de la Esperanza con Cra. 68A
Desde 1996, el Galán “mechudo” de Ciudad Salitre es todo un clásico del thrash. Está hecho de metal negro y sólo le faltan unos audífonos gigantes para que al menos pareciera un tributo al vívido rock pesado de Bogotá y no esta caricatura desafortunada del inmolado político liberal.
LA DIOSA DEL AGUA
Av. de las Américas entre carreras 69 y 70
Desnudo tallado en piedra cuya figura y tristeza nos recuerdan a la bella Jessica Cediel tras su fallido procedimiento estético. Esculpida en 1938 por la artista bogotana María Teresa Zerda, tenía un espejo de agua alrededor que fue remplazado por baldosines azules tipo “pichina”.
EL SEÑOR CAIDO
Cerro de Monserrate
Que Dios nos perdone, pero esta venerada y transpirada efigie del siglo XVI no parece esculpida sino escupida por la Divina Providencia. Encomendado al maestro Pedro de Lugo a cambio de la irrisoria suma de 40 patacones de la época, y ubicado al fondo del santuario que corona el cerro de Monserrate, el monumento al Señor Caído se encuentra en buen estado a pesar de su edad y sus 150 kilos de peso, pero tiene la misma expresión perturbadora y desencajada de Rocky Balboa arrastrándose por la lona tras ser noqueado por Apollo Creed.
UN HOMENAJE A TERMINATOR
Avenida Caracas entre calles 50 y 51 sur
Como esta es una obra anónima, usted puede ponerle el nombre que quiera y admirarla, sin pagar un solo peso, desde el puente peatonal de la Loma de San Carlos. Este encargo de la Alcaldía Local de Tunjuelito de finales de los años noventa al parecer es una mujer, y como generalmente la utilizan como espacio publicitario, es lo más cercano a una impulsadora fea que vino del futuro.
ESCULTURA DE LUMBALÚ
Av. calle 24 con Cra. 68D
Erigido hace diez años para conmemorar un siglo y medio sin esclavos en Colombia, este monumento frente a la terminal de transportes es como un “Magic” Johnson oxidado, de diez metros de altura, que está driblando con un bote de basura mientras hace un show de stomp para reunir lo del pasaje. Lástima que lo haya dejado la flota.
ANÓNIMO
Calle 22 con Cra. 3
En adelante, refiéranse a este como el “Monumento al bollo”. El ganador indiscutible. Una serie escultórica con picos de color café que desde los años ochenta engrandece el arte coprológico urbano y que los niños pueden tomar como una prueba de que Camila, la muñeca gigante, pasó por este andén del centro y les dejó un recuerdo de su intestino grueso.