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WEBJUNKIES: ¿CÓMO SE REHABILITA UN ADICTO A LA VIRTUALIDAD?

Foto tomada del blog Katmil

Estamos hiperconectados. Hoy por hoy, visitamos la esquina más secreta del universo moviendo el dedo índice. Sabemos, en tiempo real, qué pasa en Ucrania o Venezuela haciendo clic en alguna web. Consultamos la biblioteca de Yale hablándole a un teléfono celular. Pero el exceso, hasta en las cosas buenas, trae consecuencias, por eso en Redmond (Washington) ahora existe un lugar donde rehabilitan adictos al mundo virtual.

Por Alejandra Pérez Fleming 

@Laflemin

Algunos hospitales siquiátricos de China, Japón y EEUU, han incluido el problema de la adicción a internet en su extensa lista de enfermedades, dándole cabida a centros especializados que tratan exclusivamente a pacientes que la padezcan; los rehabilitan.

Entonces, ¿en qué momento el comportamiento de una persona entra en los márgenes de un webjunkie?

Para Restart, centro de implementación de relaciones sostenibles con tecnología, es considerado adicto quien padezca, por inofensiva y cotidiana que parezca la sintomatología, deseos incontenibles de conectarse a la red, desconcierto o depresión al disminuir el uso diario de internet, pérdida de la noción del tiempo cuando se está en línea, disminución de encuentros sociales a causa de dispositivos tecnológicos.

Estos síntomas, que se han vuelto el paisaje actual, son vistos con ojo negligente gracias al acelerado ritmo informático que nos mueve, y si bien la tecnología y el acceso a internet son ahora una necesidad, hay personas —en su mayoría niños y adolescentes— que están consumiéndolos excesivamente, cambiado la realidad por la virtualidad.

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Restart ofrece un programa de desconexión virtual por 45 días en sus instalaciones, las que, con un aspecto de casa campestre, componen el oportuno ambiente familiar que sus pacientes requieren. Irónicamente, la casa se encuentra cerca de Redmond (Washington), una de las ciudades de mayor producción informática de EEUU, la misma donde Microsoft asentó su sede americana.

Vista delantera desde el segundo piso del centro Restart.

Foto tomada de la página oficial de Restart en Facebook 

Una de las salas del centro Restart.

Foto tomada de la página oficial de Restart en Facebook 

El peregrinaje de desintoxicación empieza abandonando computadoras, celulares, juegos de video y todo aquello que cree un lazo con el mundo virtual, cambiándolo por actividades abiertas a la socialización: los pacientes practican deportes, cocinan y, en general, reciben un puñado de nuevos aprendizajes en compañía de personal calificado. Este tratamiento es ajeno a dogmas y religiones, no busca contrarrestar un apego con otro. Las prácticas terapéuticas del centro están direccionadas exclusivamente a la recuperación social-presencial de las personas.

A la fecha, muchos padres de familia agradecen que esto sea considerado un problema y que finalmente sea tratado como tal. La madre de un webjunkie habla abiertamente sobre su experiencia y la de su hijo, cuenta que “empezó a deprimirse mucho en una época. Dejó de ser el niño creativo y sociable que era antes (…) Todos me decían que estaba sano por no estar consumiendo drogas (…) Después de un año, encontré a una mujer en Restart que supo cuál era el problema. Ha sido increíble ver cómo mi hijo recupera tantas habilidades (…) Nosotros, mi esposo y yo, estamos mucho más tranquilos de ver que no existe esa dependencia a un dispositivo (…)”. Al terminar el testimonio, lanza una sonrisa tímida y cierra asegurando que ha sido una bendición. “Una verdadera bendición”.

Estos junkies de la web, ahora rehabilitados, miran en retrospectiva con un tono azucarado, sienten que salieron de un hueco. “Siempre he jugado videojuegos —asegura uno de ellos—. Desde los 7 años jugaba todos los días. De niño, arruiné mi vida social, y más adelante, de joven, me echaron del trabajo por ser tan adicto a internet”. Otro, por su lado, lo toma de una forma casi espiritual diciendo “por fin creo que conozco lo que es hablar con uno mismo. Después de tanto tiempo de estar haciendo clic a nuevas páginas, no le ponía atención a mi cuerpo y a mis sensaciones (…) Saber qué es estar tranquilo y no dejar que la ansiedad de lo exterior me invada, me hace feliz”.

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Newsweek publicó el 18 de julio de 2012, un artículo titulado How the internet is making us crazy, maniac and depressed. En él, sicólogos y expertos en neurociencia afirman que con esta nueva adicción, el cerebro pierde entre el 10 y el 20 porciento del área encargada del habla, la memoria y la emoción; una cantidad considerable si se entiende al cerebro como el órgano mayor del sistema nervioso central.

Si lo mencionado es cierto, resulta fácil creer que parte de las patologías sicológicas actuales como la depresión y la ansiedad, provienen del uso desmedido que se le da a la tecnología en estos tiempos. Los jóvenes están buscando construir una identidad digital por medio de ese alter ego que levantan las redes sociales, donde pueden opinar y ser abiertamente. El problema radica en la importancia que tiene la vida virtual versus la vida real.

Ahora, ¿cómo es su relación con la tecnología?

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