LA SEGUNDA RONDA DE DESPECHO
Porque “el desamor también es un lenguaje universal” ya está disponible el Vol. 2 de No Me Vuelvo a Enamorar, la única exposición de despecho en Bogotá.
Por: Angélica Parrado Sánchez.
No Me Vuelvo a Enamorar Vol. 2 se inauguró el 10 de octubre en la tienda La Normanda (Calle 22 No. 9-22) y estará disponible hasta el 17 del mismo mes, todos los días desde las diez de la mañana. Creaciones Vargas pretende hacer una versión anual y permanente de esta muestra porque como lo afirma su slogan “el desamor también es un lenguaje universal”.
Este año esta exposición trae en varios formatos las obras de Andrea Carvajal, Andrea Swarz, Carolina Villalba, Catalina Salazar, Daniela García, Claudia León, Elena Landinez, Javier Posada, Juan Pablo Nieto, Julián Urbina, Juliana Galvis, Laura Chavarro, Liliana Cuca, Sebastián Sanabria, Mateo Ulloa, Natalia Swarz, Natalia Rodríguez, Leonardo Lopéz, Paola Acebedo, Violeta Ospina y Viviana Parada.
Gracias a un despecho momentáneo de Lorenza, la autora de Creaciones Vargas, surgió la idea de celebrar el despecho en Bogotá no como tragedia si no como un momento más en la vida, una celebración popular al lado de amigos, trago y música. Una idea para que cada persona invitada tuviera la posibilidad de hacer una catarsis y curar la tusa.
No Me Vuelvo a Enamorar buscaba desde un principio alejarse de los espacios convencionales del arte (galerías y espacios “independientes”) proponiendo la realización en lugares tan acordes al despecho como tabernas, bares o tiendas de barrio; llegando así a personas ajenas al arte, o a quienes los visitan diariamente y que gracias a una ficha técnica podrían notar que no solo era un cuadro colgado, si no que la obra estaba contando una historia diferente a la de los afiches con mujeres semidesnudas.
En su segunda versión esta exposición tuvo una gran acogida y estuvo acompañada por la dupla Jalea Caliente, quienes abrieron el espacio para el karaoke que dejó al descubierto la actitud despechada y la calentura juvenil en Bogotá ¿el premio? una botella de tequila que les permitió ahogar las penas.
