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Cartel Urbano
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ALMAS GEMELAS

Blasfémina
Por María Ximena Pineda
@anacaonax

Creer en que existe esa media naranja nos hace dependientes. Es como si nosotros, por nosotros mismos, no pudiéramos funcionar bien, idea que además de masoquista me parece frustrante. Poner en manos de otro nuestro porvenir, nuestro equilibrio, nuestra autonomía es como autoproclamarnos lisiados. ¿Y qué pasa si no encontramos esa alma gemela? ¿Estaremos condenados a estar vacíos, incompletos, infelices para siempre?

Además, ¿cómo saber identificar al alma gemela si uno en la soledad se pega hasta de un bumper vomitado? El enamoramiento nos hace ir por ahí endiosando a diestra y siniestra. A mí se me han caído almas gemelas sin necesidad de ataques terroristas. Afortunadamente, sin media naranja o con media naranja, sigo sintiéndome completa. 

Es triste pensar que lograr nuestra plenitud emocional está sujeto al encuentro de un incierto personaje que nos complemente. ¿Qué tal si esta media mitad es un neurótico, un godo, un uribista… un mal polvo? Es urgente que nos liberemos del yugo de la media naranja para que podamos comérnosla cuando tengamos hambre y no pase nada. 

Me perdonará Platón, pero las almas gemelas no son más que el tótem de la incapacidad emocional. Gracias a esa idea de “complemento ideal”, vemos a tantas personas frustradas que van por la vida de despecho en despecho, maldiciendo a Cupido, a Dios o hasta al indio amazónico por no encontrar esa pieza del engranaje que, supuestamente, les hace falta. 

Aún más patética es la inversión millonaria que la gente hace en terapias de esoterismo barato o en libros de auto ayuda que no llegan si quiera a Cohelo. De la idea del alma gemela comen brujas de andén, teguas de la caracas, desprestigiadas editoriales en decadencia. 

Pero lo más dramático es el gran número de personas a las que se les escapa la vida buscando en otro lo que no son capaces de encontrar en ellas mismas. Se les va la vida de decepción en decepción, maldiciendo la ausencia de una especie de “santo grial del amor” que les va a solucionar la vida, hasta que la muerte los separe.  

A mí que me envuelvan el cuento del alma gemela, nosotros mismos nos labramos nuestros éxitos y fracasos, nuestro equilibrio emocional. No tenemos que echarle la culpa a ninguna media naranja de nuestras frustraciones.  

Descabecemos al alma gemela, exorcicémonos de su espíritu maligno. Cojamos peso en las gónadas para agarrar la responsabilidad emocional de nuestra vida y desinflemos ese genio de la media naranja que vive en nuestra inteligencia emocional como un virus inmortal que no mata ni el Ajax. Que si vamos a contratar al indio amazónico sea para que mate a puñal a la tal alma gemela sin compasión, y que nos libre de ese lastre que subestima nuestro camino emocional. Es más, aprovecho para declarar al indio amazónico como el Osama Bin Laden que eche abajo mis almas gemelas, que lo haga sin chistar, despiadadamente, que de ausencia de alma gemela nadie se muere.

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