
TRANSMILENIO: MORADA DE RATAS
5/Mar/2012
Blasfémina
Columna de María Ximena Pineda
Subirse al metro de cualquier capital del mundo nos remite inevitablemente a Transmilenio o Transmi, como cariñosamente lo llamamos. Porque Transmi es nuestro "metro", ¡Qué tristeza!
Como quien no quiere la cosa y con nadadito de perro, Transmilenio ya vale 1.750 pesos, lo cual es un escándalo. Si hacemos la proporción con lo que vale el boleto de metro en París o Madrid, nuestro Transmi es hasta más caro, con lo cual debería ser casi un bus de lujo, pero no.
Transmilenio parece el cuarto oscuro de un bar gay donde quien entra sale manoseado y abusado, pero no rico, sino feo. Lo que le parece extraño cuando uno va en el metro de París es que puede respirar y su espacio vital abarca hasta el de un vagón completo, sí, tiene que andar pilas, pero no es común que lo vayan "chalequiando" por ahí. Y nada le incomoda, puede sentarse en sillas de metro pero de buen gusto y fino tapiz. Yo sé, es raro amoldar el jopo a la comodidad que nos ofrece el primer mundo, más cuando llevamos en nuestro ADN criollo una especie de sadomasoquismo cívico, el mismo que nos hizo resucitar a la Anapo y dejar a Bogotá hecha una miseria: por eso la llamo de cariño Bogotrash.
La clara señalización y perfecta composición del metro de Madrid nos hacen añorar los sentimientos de riesgo y miedo que nos fuerzan siempre a tomar el F1 en Transmilenio (que para en todas partes) para no perdernos en un expreso vía las Américas sin posibilidad de consultar un mapa decente. Transmi, además, se lleva el récord de obras en su corta vida. Desde hace más de 8 meses la estación de Alcalá está cerrada porque les quedó mal instalada la baldosa y porque además es de mala calidad. El pasado jueves hubo una manifestación de los usuarios de Transmilenio que se quejaron por el tiempo que pierden esperando los buses en hora pico, según reclamaron, se demoran entre 40 minutos y una hora para tomar el bus.
Pero claro, ¿Cómo no sentirse raro cuando el metro lo lleva a uno como un Concorde?, ¿Cómo no sentirse ajeno y nostálgico donde no hay huelgas ni vías en reparación? ¿Cómo no sentirse extraño habiendo pagado 1 euro con 50 sin sentirse atracado?
Transmi, Transmi, mi querido Transmi, eres un fracaso, una vagabundería, un pretexto para seguir robándole sus pertenencias a los capitalinos y visitantes. Es increíble que prime la malicia y maña para ganarse un centavo más que la lógica de prestar un buen servicio para crecer el negocio. Supongo que eso es lo que somos y por lo que nos lo merecemos: ladronzuelos de celulares, reyes de la manoseada, conductores suicidas, contratistas corruptos, hijueputas, usuarios de Transmilenio.
Ante las protestas de los usuarios del pasado jueves, nuestro alcalde Petro anunció que va a tener que abrir una flota de buses del distrito porque Transmilenio no soluciona los problemas de transporte público de la ciudad. Más curitas para la honda herida. Pajazos mentales. Complejo problema, confusa solución. Samuel había prometido metro pero ni a eso llegamos; Transmi es medio metro, no me quiero meter ahora con medidas para no herir susceptibilidades pero es la verdad; un remedo de transporte masivo de una ciudad capital.
Me bajaré pronto de tanto metro para volver a echar pata y codo en Transmilenio si es que no hay alguna huelga o lo han subido a 2.000 pesos; para pagar casi un euro me quedo en París donde sí prestan un buen servicio y el mobiliario es limpio, bonito, se puede respirar y cuando se sube un artista popular canta "bésame, bésame mucho..." y no saca puñal ni rapa cartera. Mis días con Transmi terminaron, he decidido que prefiero irme "en Dodge" o comprarme una moto y que si me voy a dejar manosear que sea rico y sin que me roben... la plata, claro está.