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Cartel Urbano
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Entrevista con Aterciopelados

“Es en stop motion, con cuadros coloreados en acuarela. El personaje central se llama Maya, un peruano bajito, que tiene un tocado precolombino. En esas aventuras, a Maya lo patea una bota, como la de los nazis, luego una bandera les cierra el camino y cae la estatua de la Libertad, que le quema el camino. Después cae al agua y lo pescan con un bastón desde una canoa, luego pasa por un paisaje que se muta con unos mapas”.

Esa es la descripción que hace la cantante de Aterciopelados, Andrea Echeverri, para referirse al nuevo video de la banda titulado Bandera, que forma parte de su más reciente producción, Río.

¿De dónde surgió la idea del video?

 Empezó como algo anecdótico. La cuarta vez que nos negaron la visa a España me dio una furia incontenible, y en ese momento me salió la canción. Son leyes en contra de todo el mundo, excluyentes, egoístas y xenofóbicas, que no tienen en cuenta las condiciones particulares de cada petición. Lo de nosotros es anecdótico, pero la situación de los inmigrantes es dramática, ya que ellos van a buscar una nueva vida, una oportunidad, y para esto incluso algunos pasan meses en el mar, pero el resultado siempre es el mismo: los deportan.

Vale la pena preguntarse, entonces, lo siguiente: ¿cuál es la relación entre el primer mundo y el tercero? ¿Por qué hablamos la misma lengua que estos países? ¿Por qué somos dependientes económicamente? Hay toda una concepción histórica que nos pone en tal situación, y esta conciencia histórica no existe en el primer mundo.
 

¿Qué tanto les ha aportado a su carrera involucrarse en varias causas sociales?

Es importante aclarar que a través del tiempo se han ido estructurando cuatro mensajes: el ambiental, el ancestral, la mujer y su posición en el mundo, y los derechos humanos, que nos han hecho pensar en actividades extra musicales, como la canción que hicimos con Amnistía Internacional. Se ha ido articulando la manera de llevar ese tipo de mensajes con la música.

Antes no era tan frecuente, las letras trataban sobre situaciones anecdóticas de la ciudad, pero ahora esto se ha ido transformando hacia un trabajo social con las canciones. Lo que hemos intentado hacer es que no se pierda el espíritu poético, juguetón y humorístico. Que no se vuelva una canción que busca hacer proselitismo o demagogia.
 

A lo largo de su carrera ha estado presente la crítica social. ¿No temen volverse repetitivos?

Ahí está la creatividad. Para nosotros, uno de los retos en cada disco es tratar de sonar diferente de lo que hemos hecho, conservar el fuego en las canciones, además de tocar temas sociales o ecológicos. Muchas personas se han sintonizado con este tipo de mensajes, de pronto no a nivel masivo o comercial, pero sí en cuanto a iniciativas de estudiantes y organizaciones que trabajan lo mismo.
 

Van a cumplir 20 años de carrera artística.  ¿Cuál ha sido el secreto?

Andrea y yo fuimos pareja, pero después terminamos. Eso significó casi el final de la carrera musical, pero la misma música nos volvió a unir. Trascendimos ese amor de pareja a amor de amigos, pero con respeto y admiración mutua. 

Algunos seguidores suyos aducen que el sonido de la banda ha cambiado mucho en relación con sus primeros discos. ¿Qué pueden decir sobre eso?
 

Si alguien siente ese cambio es porque no conoce a fondo la discografía. Realmente el cambio fue del disco uno al dos, marcado por el punk. El primer disco es crudo en cuanto a su producción, porque cuando fuimos a grabar no estábamos preparados y las últimas composiciones las hicimos de afán. No teníamos pensado grabar, en esa época no había escena de ningún tipo.

Tocábamos porque nos gustaba, queríamos tocar en un barcito cada mes. Cuando nos llamaron, compusimos y fuimos a un estudio donde grababan jingles, no había batería. Para el segundo, nos dimos cuenta de que la cosa venía en serio, con temas  como Bolero falaz y Siervo sin tierra, canciones que si las oímos hoy en día, son pop. Lo que pasa es que algunas tienen un sonido punk, como Florecita rockera. Ahí nos consolidamos. En La pipa de la paz vino la electrónica, que suavizó más el sonido, pero ese fue un instrumento más importante para lo que hicimos en Caribe atómico.

No fue tan drástico, simplemente se hizo con más calma y mejores instrumentos técnicos, además de la producción de Federico López. A partir de ahí viene la búsqueda de otros géneros, música del Pacífico, del Atlántico, llanera, electrónica y hip hop. Creo que el rock latino en algún momento tuvo más libertad que el rock como tal. La gente decía que ya no hacíamos rock, pero si somos colombianos podemos echar mano de toda esa riqueza.

Ustedes son parte de las bandas pioneras de la autoproducción discográfica. ¿Qué piensan de la autogestión? ¿Qué consejo les dan a las bandas emergentes? 

Estuvimos en los dos mundos. Primero fue en el mundo de las multinacionales, porque no teníamos otra opción; por eso teníamos un video rodando en MTV. Empezamos a contar con buenos presupuestos para grabar los discos, a grabar con Phil Manzanera en Londres, a tener la posibilidad incluso de viajar porque la disquera invertía. Son cosas de las que ahora carecemos, como tener las canciones sonando en la radio. Cuando cambiamos de mundo nos dimos cuenta de la falta de libertad, pues si el disco no se vendía para ellos no era rentable.

Pero fue de esa forma como entramos al camino de la autogestión, donde toca trabajar más pero es mucho más reconfortante. Antes tocaba esperar que un gran sello se fijara en la banda, ahora no, digamos que hay más oportunidad. Algunos dicen que es más difícil, pero es mucho más difícil sonar a nivel masivo. Lo digo porque cuando nosotros empezamos, creímos que muchas bandas iban a sonar en ese momento, pero no. Ahora, con todas las modificaciones de la industria musical, hay más posibilidades. Un ejemplo de esto es La 33: es independiente, no tiene un gran sello disquero, pero viajan constantemente por Europa y venden muchos discos. Es una época con muchas oportunidades.

¿Qué va a pasar con los proyectos solitarios de cada uno de ustedes?

Esos proyectos fueron como abrir nuevos caminos a nivel creativo. Yo creo que Río tiene un poco de esos discos solistas, más posibilidades de sonido. Por eso ya viene el volumen dos de cada uno de nosotros. 

 

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