
LAS MEJORES Y PEORES CIUDADES PARA HACER GRAFFITI
Si bien el daño a la propiedad privada es ilegal en todo el mundo, existen ciudades que apoyan e incluso promueven el arte urbano, mientras que varias son menos que amigables en lo que al graffiti se refiere.
Seis regiones del mundo que, en lo referente a arte urbano, se debaten en la eterna pregunta ¿arte o vandalismo?
Las mejores ciudades para hacer graffiti:
Berlín, Alemania
Foto de cowboys2catwalk.com
En esta ciudad, el graffiti despegó en la década de los setenta. Pero la capital alemana no se ganó el calificativo de "La meca del graffiti" sino hasta la caída del muro de Berlín, casi veinte años después, cuando miles de habitantes de la antigua Alemania de este usaron las paredes como lienzo para expresarse sobre su recién adquirida libertad.
Y aunque no lo parezca, por la facilidad que tienen los artistas urbanos de hacer sus obras, la ciudad ve el graffiti como algo ilegal y persigue a quienes hacen tags o firmas, por considerarlas manifestaciones más vandálicas que artísticas. Pese a ello, en Berlín y en toda Alemania existen decenas de paredes legales dispuestas exclusivamente para pintar.
Berlín fue elegida recientemente como Capital Mundial del diseño por la Unesco, y pocos dudan que el fuerte escena graffiti de la ciudad tuvo mucho que ver en el galardón. Después de todo, el graffiti atrae turistas, y los turistas traen dinero para la ciudad.
Taipei, Taiwán
Foto de My Several Words
"Es nuestro objetivo embellecer la ciudad con graffiti", afirmó Yong-ping Lee, la cabeza del departamento de asuntos culturales de Taipei, en 2007, y sí que han hecho esfuerzos para lograrlo: desde 2005, la ciudad cuenta con zonas de graffiti designadas, en las que se permite e incentiva a los artistas a pintar. Igualmente, las cercas de construcciones aledañas son territorio libre para los graffiteros.
Aunque ley taiwanesa establece que quien haga graffiti en zonas no autorizadas deberá pagar una multa de unos 200 dólares, la policía no persigue activamente a los graffiteros, a menos que sea reportado un caso específico de vandalismo.
Melbourne, Australia
Foto de subcreation.tumblr.com
La segunda ciudad más grande de Australia es un destino obligado para graffiteros y fanáticos del arte urbano. La calle Hosier Lane ya es emblemática en el mundo del graffiti, y en ella el famoso Banksy dejó su huella (su obra fue protegida con una pantalla transparente), al igual que cientos de artistas de todo el mundo.
Melbourne fue una de las primeras ciudades fuera del Reino Unido en las que se popularizó el sténcil, y es sede de uno de los mayores festivales de esta técnica a nivel mundial. Varias galerías de la ciudad se especializan en arte urbano y existe un fuerte sentimiento de comunidad entre los artistas.
En la ciudad existen unas once áreas definidas en las que la proliferación de graffiti es notable. Muchos consideran que el arte urbano es una de sus principales atracciones turísticas.
Las peores ciudades para hacer graffiti
Estocolmo, Suecia
Foto de escandinavia.wordpress.com
La década de los ochenta fue considerada como la era dorada para el graffiti de la capital sueca, el cual gozaba de gran popularidad gracias a los muros legales en varias zonas de la ciudad.
Esto hasta 1994, cuando la organización Lugna Gatan (algo así como "calles calmadas" en español) del centro de jóvenes de Estocolmo emprendió una cruzada contra los graffitieros y prohibió los permisos a paredes legales de graffiti.
Esta política de cero tolerancia al graffiti, única en Europa, se mantiene en la actualidad, pues quienes se encuentren culpables de pintar las paredes, pueden enfrentar hasta un año de cárcel. Para la policía holmiense, el graffiti es una puerta para otros crímenes, y trabaja constantemente para mantener limpia la ciudad.
Ciudad de Singapur
Foto de: Bricoleurbanism
A cinco meses de cárcel y tres golpes con una caña de bambú fue condenado el suizo Oliver Fricker, por hacer graffiti en dos vagones del metro de Singapur. Esta ciudad-estado es conocida mundialmente, tanto por sus bajos índices de criminalidad, como por sus estrictas leyes (hasta hace un par de años estaba prohibida la venta de chicle, y el narcotráfico se castiga con la muerte).
Es célebre también el caso del estadounidense Michael P. Fay, quien en 1993 pintó varios lujosos carros, y fue condenado a cuatro meses en la cárcel, una multa de más de 2.200 dólares y varios golpes con vara, al punto que la embajada nortemaericana tuvo que intervenir.
La prohibición al graffiti data del Acto del vandalismo en 1966, cuando se buscaba detener la proliferación de graffiti comunista en la ciudad. Ahora no importa si es comunista o no, quien pinte las paredes resultará gravemente castigado.
Nueva York, Estados Unidos
Foto de studiomanhattan.com
Es paradójico que una de las ciudades que vio nacer el graffiti como medio de expresión y técnica artística, sea una de las más restrictivas para su creación en la actualidad.
El poco presupuesto que existió para erradicarlo durante su proliferación en los 60s y 70s hizo que el graffiti se tomara rápidamente la capital del mundo, a través de sus líneas del metro.
En los ochenta, el graffiti comenzó a asociarse con pandillas y crimen, y en 1984 se creó el primer programa para su erradicación, a cargo de la autoridad de tránsito de Nueva York.
En 1994, se creó la Anti-Task Graffiti Force, una enérgica campaña con el propósito de "informar a las personas sobre el impacto negativo del graffiti, y buscar nuevos mecanismos para erradicarlo". Ese mismo año, también se prohibió la venta de aerosoles a personas menores de 18 años.
Actualmente, cualquier violación a las leyes del graffiti en Nueva York, puede acarrear multas desde 250 a 1500 dólares. Igualmente, se ofrecen recompensas para quienes den información sobre personas que pinten ilegalmente las calles de la ciudad.
Naturalmente, los esfuerzos por erradicar el graffiti son infructuosos en la ciudad. Varias zonas de Queens ofrecen espacios libres en los que cualquier artista puede participar. Incluso existe una curaduría, para determinar los mejores trabajos y cuáles deben exhibirse.