Khat: la anfetamina natural
Dicen que la naturaleza le provee al hombre todo lo necesario para sobrevivir; adicionémosle: y para pasarla bien. El pasado 24 de junio Reino Unido se unió a la lista de países europeos que prohíben el consumo y la venta de Khat: una planta que ha sido comparada mundialmente por sus efectos y composiciones con las famosas ‘anfetas’.
Lorena González
La noticia armó tremendo alboroto entre sus defensores, que son muchos, pues la multa para los portadores es hasta de 100 dólares. Por otro lado, los dealers que caigan por su comercio pagarán 14 años de prisión.
Se trata de ayudar a las comunidades locales a protegerse contra los potenciales prejuicios sociales y de salud vinculados al khat, y de asegurarse de que el Reino Unido no se convierta en punto neurálgico del tráfico internacional", argumentó en un informe el Ministerio del Interior frente a la medida.
¿KHAT?
Para empezar, la estructura química de la planta llamada Khat, y sus efectos biológicos, son bastante similares a los del adrenérgico sintético conocido como anfetamina: euforia, ansiedad, extra energía y, algunas veces, vista nublada.
Pero ojo, esto no quiere decir que sean idénticas. La potencia de la khat, comparada con las anfetas, es del 50% aproximadamente. La naturaleza sabe de moderación.
El nombre científico de la planta es Catha edulis. Su talla, como todo en la botánica, depende de las condiciones climáticas y el suelo del que brote; puede alcanzar hasta 10 metros de altura.
Lo que se consume de la planta son sus hojas, que después de recolectadas deben ser usadas en, máximo, dos días, de lo contrario perderán cualquier propiedad narcótica.
Sus usuarios son principalmente comunidades etíopes, kenianas, yemenís y somalís, quienes aseguran que si el consumo no se hace correctamente la planta no sirve ni para dar sombra.
El asunto es así: la persona debe llevarse un puñado grande de hojas a la boca hasta que el cachete quede bien inflado y masticar tanto como pueda. De ahí en adelante todo es esperar a que se liberen los alcaloides psicotrópicos: catina y catinona, moléculas procedentes de la fenatilamina que están relacionadas química y funcionalmente con la anfetamina.
El asunto es así: la persona debe llevarse un puñado grande de hojas a la boca hasta que el cachete quede bien inflado.
Después de un par de horas uno puede sentirse el rey de la selva gracias a la sensación de poder y extrema alegría que genera.
Luego de un rato se pasa a un estado de relajación absoluto; algo así como el famoso enchonche que da la bareta. Si usted quiere quedar bien turro, necesita entre uno y dos manojos. Y mejor no preguntar cuánto es eso en miligramos.
“Cuando usted mastica siente excitación. La planta hace que se sienta exitoso aun cuando sea el mayor perdedor” comenta un yemení que masca khat a diario. Para aquellos que han vivido dentro de una comunidad acostumbrada al consumo diario de Khat, es tan normal como la ensalada.
También es conocida como “té de los árabes”, y es masticado por adultos y niños; en compañía o solos. Se le considera una droga social porque en muchos países africanos es costumbre mascarla en grupo, por horas y horas. También se usa, por ejemplo, en bodas, ya que según estas comunidades se puede gozar más de la música de la ceremonia, por sus efecto ya nombrados. ¿Le suena familiar la asociación?
Foto: Alexandre Baron
Antes de la prohibición, en Inglaterra existían sitios específicos para su consumo: los cafés mafrish funcionaban como centros sociales para intercambiar información y conocer noticias de diferentes países. La planta se acompañaba con bebidas no alcohólicas. Pero, como pasa en Bogotá con la marihuana, apartamentos y sitios privados también servían para el consumo recreativo de la Khat.
Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, la planta se podía comprar en supermercados de barrio o quioscos de prensa. Era muy fácil acceder a ella.
A Europa llegó a finales del siglo XIX, cuando los avances en infraestructura permitieron la conexión con varios países. En 2011 se importaron 2560 toneladas de la planta a Reino Unido, equivalentes a 23,5 millones de dólares, por las que pagaron 4,75 millones en impuestos.
En 2011 se importaron 2560 toneladas de la planta a Reino Unido, equivalentes a 23,5 millones de dólares.
La ganancia en impuestos se debe a que la mata es considerada por las autoridades británicas una droga estimulante; todo personaje que deseara pasar khat debía pagar un impuesto al valor agregado del 20%.
Claro, esto antes de su prohibición absoluta.
Una de las razones por la cual pasó al rechazo total, se relaciona con los supuestos problemas de salud que produce: se cree que puede empeorar dificultades mentales ya existentes en el usuario (si las hay) y que estimula la agresividad y la ansiedad. También se le atribuye el daño de dientes, inflamación en la boca, problemas hepáticos y cáncer de boca. Pero aún no existen estudios profundos sobre esto.
“Aunque la dependencia en general parece relativamente leve en comparación con otras sustancias psicoactivas, algunos consumidores sí presentan patrones de consumo compulsivo similares a los observados en los adictos a los estimulantes” afirma un informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.
Hasta este punto puede pensarse que los únicos detractores de la Khat son los europeos, pero los islamistas de Al Shaabab (grupo insurgente de Somalia) también han prohibido su uso al considerar que esto va en contra de los criterios del Islam.
"Mascar khat es anti islámico y la mayor parte del beneficio se lo llevan los países vecinos, como Etiopía y Kenia, e intentaremos prohibirlo poco a poco", declaró Hassan Mohamed ‘Abu Ayman’.
Aunque este fruto de la naturaleza haya sido prohibido en muchos países, nada es imposible para su consumo y tráfico: eso lo sabemos muy bien.