
EL RICAURTE Y OTROS PROBLEMAS DE LOS DISEÑADORES GRÁFICOS
Además de la mano de obra barata y la excesiva competencia, el diseño gráfico encara otras dificultades, en especial para quienes acaban de recibir el título. Así trabajan los diseñadores en una zona comercial de Bogotá.
Por Jorge Esteban Benavides Noguera
Logos desde $8.000, volantes a $20.000 o tarjetas de presentación a $7.000. Estas son algunas de las bajas tarifas que cobran los “diseñadores” del Centro Nacional de las Artes Gráficas Ricaurte, ubicado en el centro de Bogotá.
Un diseñador gráfico recién graduado cobraría, más o menos, $200.000 por el logo, $250.000 por el volante y $150.000 por las tarjetas. Y eso haciéndole el favor al amigo de un amigo.
“Por más que sea un diseñador profesional, acá le toca acomodarse a los precios”, cuenta el dueño de un local de impresión en Ricaurte. Asegura, además, que en media hora es capaz de diseñar un logo. Lo dibuja a lápiz, el cliente lo aprueba, y después lo ilustra en el computador. Todo lo que sabe lo aprendió cacharreando con Corel Draw, Illustrator y Photoshop.
Al igual que él, otros propietarios ofrecen servicios de diseño para no perder negocios con clientes apurados, que solo buscan imprimir piezas gráficas lo más rápido y barato posible. El diseño es lo de menos, las ganancias provienen de las máquinas impresoras.
"En muchos casos, el cliente cree que está contratando a un diseñador, y puede que lo sea, pero en realidad es una persona que hace un calco, fusila un logo ya existente o descarga un clip art o vector. Se economizan la conceptualización, el boceto y todos los pasos que involucra el diseño. Finalmente, lo venden como algo ‘bonito’, sin respaldo conceptual alguno”, apunta Francisco Erazo, diseñador gráfico de la Escuela de Artes y Letras.
Erazo considera que la clientela es también responsable del abaratamiento del diseño. “El cliente sabe que en el Ricaurte encuentra la vía rápida, a la colombiana, la manera breve, la del vivo. Ese cliente no necesita que su logo transmita la idea de su negocio, solo fue por ese logo ’bonito’”.
Ejemplo de piezas gráficas hechas en el Ricaurte
Claro está que empresas de grandes capitales no van a contratar diseñadores que cobran por un logo lo mismo que cuesta una media de aguardiente. Además, según Freddy Chaparro, coordinador del programa de diseño gráfico de la Universidad Nacional de Colombia, “es un poco ingenuo pretender que todo el mercado de la gráfica sea atendido profesionalmente”, dado que “un sector de la economía informal, de micro-empresas o de iniciativas personales es atendido también por una oferta gráfica de impresores o empíricos”.
Sin embargo, ‘el cartel de la tinta’, como se le apoda al Ricaurte, sí logra repercutir negativamente sobre la profesión del diseño gráfico. En palabras de Alejandro Rivera, secretario de la Asociación de Diseñadores Gráficos de Colombia (ADG): “una persona o empresa tendrán como referencia los precios bajos a la hora de cotizar un desarrollo de diseño…. los diseñadores nos vamos quedando sin espacios de trabajo o, en el peor de los casos, terminamos aceptando estas condiciones y rebajando cotizaciones a niveles paupérrimos”.
Más y más problemas
Fuera de la mano de obra barata o del diseño gráfico informal, la profesión enfrenta otras dificultades que impiden que exista un mejor mercado laboral. De acuerdo con las fuentes entrevistadas, algunos de los obstáculos pueden ser:
• Difícil inserción en el mundo laboral para los diseñadores recién egresados, a causa de la extensa competencia y la enorme oferta de colegas que incrementa semestre tras semestre.
• Poco espacio y presupuesto para la especialización.
• Escasa sintonía entre lo que se enseña en la academia y la verdadera vida laboral.
• Sueldos bajos para quienes no tienen mucha experiencia.
• Débil formación universitaria en aspectos de gestión, administración y emprendimiento.
Ante estas situaciones, Freddy Chaparro plantea como solución integrar a los diseñadores a diferentes mercados y procesos más complejos, “a otros nuevos ámbitos o dinámicas”. Por su parte, Francisco Erazo considera que una buena manera de salir adelante es mediante la aguda especialización de una labor, en otras palabras: “hacerse necesario en el mercado”. También propone ampliar y mezclar conocimientos afines como fotografía, música o artes manuales; además de ofrecer y vender los servicios fuera del país.
Así las cosas, aunque el camino para los diseñadores no pinta muy fácil, hay que pensar nuevas maneras de sacar mejor provecho de la profesión.