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Cartel Urbano
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EL PALACIO DE LA PIRATERÍA EN BOGOTÁ

Más de 30 mil DVDs habitan en este lugar. Se venden películas, series, documentales y música de todos los géneros. Pero nada es original.

Por Jorge Esteban Benavides Noguera

Exactamente queda en el punto medio entre las calles 17 y 18, sobre el costado oriental de la carrera séptima. A pesar de que muchos lo frecuentan, no deja de ser un sitio escondido. Es una puerta oscura que se ubica debajo de un letrero de Facol y que directamente conduce a unas escaleras angostas. Esas son las coordenadas del pasaje de películas piratas más grande del centro de Bogotá.

“¿Qué película busca, amigo?”, dicen las personas que esperan a los clientes en el andén. Si uno responde, inmediatamente lo suben al segundo piso, donde hay 28 puestos dedicados a la venta de películas no originales. Cine comercial, cine arte, cine independiente, cine XXX o cine colombiano. También venden series de televisión, Anime, documentales, música y conciertos. Si usted no encuentra lo que busca, se lo mandan a pedir y en menos de una semana puede ir a recogerlo.

El precio por DVD: $2.000. La promoción de siempre: “tres en cinco”.

Cada stand tiene cerca de mil películas. Si el día está malo, venden entre 20 y 30 copias. Un buen día es vender más de 70. Como sea, lo importante es “bajar bandera”, es decir, que llegue el primer cliente y haga su compra. El valor neto de cada DVD es de $600.

Algunos surten los locales con películas provenientes del San Andresito de la 38, la gran fábrica de la piratería, y otros las producen por su cuenta. La verdad es que no hay sola fuente, sino una enorme red que hace más imbatible este negocio oscuro. 

 

El top pirata

Las películas de cartelera, o las relativamente recientes, son las que más se venden en el Centro Comercial Septimazo. Amigos,Amanecer y Batman comandan las ventas piratas actuales. Dentro de las clásicas, La Naranja Mecánica no tiene rival. La Estrategia del CaracolLa Sociedad del Semáforo e Impunity son las producciones colombianas que más se mueven. En cuanto a las series de televisión, las temporadas de The Walking DeadAmerican Horror StoryGame of Thrones y Spartacus tienen la mayor acogida.

La venta de porno es escasa. De cada cien personas cinco compran películas de sexo, según los cálculos de los vendedores, quienes prefieren no exhibirlas en las vitrinas por respeto a los clientes. De todas maneras, y al igual que todos los géneros, no deja de tener sus fieles compradores: “Hay unos muy enfermos. Se les muestra las películas y no compran ninguna porque ya se las han visto todas”, asegura una de las vendedoras.

 

El rey del Septimazo

Apenas uno sube las escaleras, se encuentra con un inmenso puesto de películas, el más grande de todo el lugar. Para que se haga una idea, ocupa el espacio de ocho stands normales. Sus vendedores –porque una persona no es suficiente para estar a cargo del local- dicen que tienen alrededor de diez mil películas a disposición.

Por supuesto, son los que más venden. “Yo calculo es por las bolsas. Más o menos cada dos horas se acaba un paquete de cien”, cuenta una de las vendedoras.


“Cine caleto”

Así define su catálogo de películas un vendedor que se dedica exclusivamente a obras independientes y extranjeras. Sus clientes son profesores y estudiantes que pagan $5.000 por largometrajes que nunca llegarán a las salas de cine colombianas. El valor adicional está dado porque el mismo propietario se encarga de importarlas, copiarlas y hacer las portadas de las cajas como si pertenecieran a una colección especial.

“No es piratería. Yo lo llamo ‘distribución independiente’. ¿Pagar derechos de autor a quién? Tengo películas de directores de Bosnia, ¿cómo les van a pagar si ni siquiera les pagan a los colombianos? Esto es un servicio, antes la gente no tenía acceso”, dice el dueño del stand más atípico del Septimazo.

Uno de los dos corredores del Septimazo.

 

La historia

Nadie sabe la fecha exacta en que nació este foco de la piratería audiovisual. Las versiones apuntan a que más o menos en 2005 se pobló el lugar como un proyecto comunitario de reubicación de los vendedores ambulantes. El espacio, conformado por dos corredores de stands y un restaurante en la parte de atrás, comenzó con negocios de diferentes productos, pero la venta de películas no tardó en convertirse en el sello del lugar, pues es lo que “más da billete”.

Por cada stand el arrendatario paga 300 mil pesos mensuales. El dinero se lo dan a un administrador que luego se lo pasa al dueño del lugar, del que no se sabe mucho.

Cada película se prueba antes para garantizar que está buena.

 

Negocio eterno

“Querámoslo o no, la piratería siempre va a existir porque no todos tienen el mismo dinero para comprar una película original o ir a cine”, sentencia uno de los vendedores del Septimazo.

Y no se equivoca. En Bogotá una boleta de cine cuesta en promedio $8.000 y una película original en DVD, entre $20.000 y $30.000. Con esas cantidades se puede comprar una ancheta de copias piratas.

Claro está que detrás del ahorro se encuentra la parte ética de los derechos de autor, además de la calidad que ofrecen los formatos legales. Y a eso se le suma otro rollo: los comerciantes de películas piratas las venden para sobrevivir. Es su trabajo.

Lo cierto es que ricos y pobres compran cine pirata. Incluso, al Septimazo van los mismos protagonistas de las películas: “Que día vino a comprar ese señor que trabajó con Robinson Díaz en La Gente de la Universal ”, comenta una de las vendedoras que asegura que ver a los actores colombianos en el lugar no es cosa rara.


Así es el Septimazo. Si no ha ido y le gustaría conocerlo, está abierto de lunes a domingo desde las 10 de la mañana hasta el anochecer, en la carrera séptima número 17 – 52, segundo piso. Ya de usted depende si apoya o no la piratería.

 

 

 

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