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ECOALDEAS EN COLOMBIA

Como antítesis de la agitada sociedad urbana, como estrategia de huida o como alternativa definitiva de vida, las ecoaldeas se han convertido en referente de convivencia y organización.  A lo largo de la geografía Colombiana nos encontramos con ecoaldeas en Cali, San Francisco,  Cauca, Quindío,  Santa Rosa de Cabal, Puerto López y Calarcá. Cada una de ellas esmeradas por alcanzar la autonomía e independencia que el modelo autosostenible plantea.  

Estos seis casos colombianos nos muestran modelos políticos interesantes cuando de inclusión y sana cooperación se trata.   

 

1. La Aldea Feliz: San Francisco –Cundinamarca

La Aldea Feliz nace en 2006 con el deseo de establecer algún día una forma jurídica llamada “Ecoaladea”, donde se integren conceptos de propiedad colectiva, visión espiritual de territorio y economía comunitaria. Esta colectividad inscrita a la red Mundial de Ecoaldeas (Global Ecovillage Network) y a la Red de Comunidades Catalizadoras, está guiada por principios de desarrollo ecológico, espiritual, social y de territorialidad colectiva.   

Los niveles de participación interna vienen definidos por una estructura conformada por ecoaldeanos, junta directiva, asamblea general de socios, facilitador o representante legal y guardián de la memoria o secretario. Bajo este modelo de organización, semanalmente se llevan a cabo reuniones de planeación donde los integrantes llegan a consensos generales. 

Las decisiones rutinarias, correspondientes al funcionamiento y mejoramiento de la ecoaldea, son tomadas en la reunión de planeación semanal con la participación de los  miembros presentes. Los escenarios más importantes de consenso son la reunión de planeación  y la reunión de residentes y ecoaldeanos no residentes, donde abordan temas trascendentales para el desarrollo y estabilidad de la comunidad. 


 2. Ecoaldea Anthakarana: Quindío 

Anthakarana es una Ecoaldea impulsada por la familia de Orlando Bahamar Rivera y su esposa Deyanira, que en asociación con un grupo de teatreros y pedagogos adquirieron un terreno en Valle de Armenia, Quindío. 

La búsqueda de un modelo autosostenible a través del arte y de la obtención de productos orgánicos, elaborados a partir de los recursos que poseen dentro del terreno, los ha llevado a ser un referente de autonomía. No obstante, este concepto de independencia política y productiva no  los ha aislado del contacto con la comunidad que los rodea. Por esta misma razón construyeron “comedores comunitarios” donde se realizan periódicamente encuentros de transmisión de saberes y búsqueda de soluciones a problemáticas de la vereda. 

Como ellos mismo lo afirman, “la comunidad no es un territorio, sino una unión de afectos” y es por esto que el liderazgo comunitario ha llevado a la Ecoladea Anthakarana a ser un referente de emprendimiento auto-sostenible, comprometido con el bienestar de la comunidad.

 

3. Ecoaldea Atlántida: Cauca 

Ecoaldea Atlántida no sigue modelos pre-establecidos, por esta razón parte del pensamiento que todos los individuos son personas capaces de asumir roles y posiciones de liderazgo. Convencidos de estar cobijados por un perpetuo aprendizaje y de convivir con personas que poseen habilidades y experiencias particulares, creen en esta comunidad como un organismo vivo donde cada integrante desempeña funciones en beneficio de la totalidad que conforma. 

Aunque cada persona o equipo goza de cierta autonomía sobre su frente de sostenimiento, donde tiene la responsabilidad del cuidado de recursos como el agua, la huerta, los cultivos, la cocina o la escuela, la mayoría de las decisiones son tomadas en grupo, inspirados en una metodología de consenso por medio del cual se exponen propuestas a las que cada grupo puede adherirse, oponerse o apartarse. 

En definitiva una forma de organización en la que el voto o la inclinación de la mayoría no son lo importante, es la conexión, identificación y autonomía de integración lo que guía los procesos de participación política.  

 

 

 

4. Ecoaldea Putamaes: Santa Rosa de Cabal

Esta ecoaldea está integrada por artistas plásticos interesados en rescatar la identidad cultural de las comunidades indígenas cercanas a zonas urbanas con el deseo de integrarlas en el imaginario colectivo.

Bajo este principio la comunidad Putamaes conforma una corporación cultural y ecológica guiada por Leonardo Trejos. A pesar de ejercer control sobre la comunidad, Leonardo afirma que el “liderazgo es ejercido por nuestros hijos quienes son los llamados a continuar con esta búsqueda”. Por tal razón la inclusión y participación activa de los niños en las actividades de la corporación, integra un proceso de formación y crecimiento homogéneo sin hacer distinción de edades u orígenes. 

 

 

5. Ecoaldea Pachamama: Calarcá 

Ecoaldea Pachamama es centro de sustentabilidad de la Red de Ecoaldeas de Colombia, es la principal Escuela de Agricultura Orgánica y Comunitarismo y se encuentra vinculada a la Red Latina de Intercambio Solidario. 

En esta comunidad reciben viajeros cooperantes, voluntarios y aspirantes. Quienes superen los tres meses de voluntariado pueden solicitar un Aspirantazgo para empezar a integrarse a la comunidad. Sin embargo, la capacidad participativa se define de acuerdo al tiempo o antigüedad de permanencia. Por ejemplo, quien llega a un Aspirantazgo veterano pasados seis meses de habitar la ecoaldea, puede participar en reuniones internas con voz, pero sin voto. Al cabo del tiempo, el integrante ya podrá ingresar como miembro con Voz y Voto en la comunidad. 

De esta manera el modelo político, viene definido por integración regional, participación comunitaria, veeduría ciudadana y ambiental e integración por medio de actividades artísticas. 

 


 

6. Ecoaldea Villamaga: Cali 

Esta comunidad guiada por una visión de diversidad, establece un autogobierno democrático. Creyendo firmemente en un régimen igualitario, los integrantes de la comunidad  se rigen por principios de posesión común e indivisible. 

El consejo ecoladeano, se encarga de definir el estatuto de la Fundación y el Manual de Convivencia, además de distribuir el uso del territorio y decidir sobre gastos comunes y  actividades a desarrollar para conseguir sostenibilidad. 

Siempre guiados por un marco de metodologías novedosas que permitan formar seres eco-sociales integrales. Los modos de participación apuntan al fortalecimiento de entornos de escucha, diálogo, respeto, tolerancia y pacifismo.

 

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