Ud se encuentra aquí INICIO En La Caverna De Los Hombres Oso
COMPARTIR ARTICULO EN:

EN LA CAVERNA DE LOS HOMBRES OSO

Por Alejandro Córdoba Springstübe

Queda en pleno centro de la movida gay de Chapinero. El letrero brilla en neón: Colosos. Se inauguró hace siete años y es uno de los pocos bares gay de Bogotá donde se reúnen hombres del movimiento oso o bear.

Las fiestas de Colombia Bear Club, también en Chapinero, y el sauna y baño turco Ulises, en Teusaquillo, son otros de los espacios frecuentados por esta comunidad. Falta un cuarto para las diez de la noche.

Sólo hay unas pocas parejas en las mesas y algunos clientes sentados en la barra. Son hombres de clases media y media alta. La mayoría de contextura gruesa, barbudos, de edades que oscilan Entre los 35 y 55 años. Me siento en la barra y el barman me sirve una cerveza.

En poco tiempo, se llena el bar. Un hombre de chaqueta azul baila solo, observa un poco nervioso a su alrededor, se toma una cerveza y mira el reloj.



 

 

 

 



 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

De las cuarenta personas que hay, apenas tres son jóvenes delgados y sin vello en la cara (en la jerga oso se les dice “nutrias” y a los jóvenes velludos, “cachorros”). Unos veinticinco clientes tienen el aspecto del oso tradicional de la comunidad: maduros, barbudos y con vellos en los brazos. Otros siete son sesentones canosos a los que les llaman “osos polares”. Por todos lados hay una garra de oso: en los tatuajes, en las banderas del movimiento e incluso en los parlantes. La bandera bear es de colores marrón, ocre y negro, y representa distintas razas.

El oso de chaqueta azul saluda a otro hombre de bigote. Son los primeros que salen a bailar cuando empieza a sonar un merengue.

Por todos lados ve uno pelos, barrigas, músculos. Estos osos se asemejan a personajes heterosexuales como el luchador Steve Austin, el atleta español Manolo Martínez y los actores Russell Crowe, Donald Gibb o Jean Reno.

Otros se animan a bailar. Varios son extranjeros, con las canas que les salen a quienes fueron rubios. Usan chaqueta de cuero o camisa de traje de coctel. Algunos parecen amantes del rock, con el aspecto agresivo de un skinhead con barba.

Se prende la rumba con Nelson y sus Estrellas, El Gran Combo de Puerto Rico, Pastor López, Iván y sus Bam Band, Madonna, Thalía, Paulina Rubio...

En el baño hay fotos de hombres desnudos, y en un piso superior unas pocas mesas y un DJ que está mezclando. Dos televisores proyectan la mezcla sobre la pista de baile. En las mesas de un piso inferior, parejas de hombres conversan en un ambiente más íntimo.

A mi lado charlan Francisco Osorio y su novio, Orlando. Tienen 50 y 35 años, respectivamente. Francisco es moreno, barbudo, de cejas espesas, pelos en los brazos y voz gruesa. Viste camisa polo de manga corta y chaqueta de gamuza. Orlando habla poco, lleva el pelo corto y no tiene barba. Vienen a Colosos una o dos veces al mes.

 

–Este movimiento surgió como respuesta al prototipo de belleza masculina imperante –dice Osorio–. Nosotros no les rendimos culto a los cuerpos delgados, bien formados y sin vello corporal.

El bar está llenísimo. Francisco y Orlando se van a bailar. El mesero me trae una cerveza y me dice que es de parte de un cliente. Me la tomo sin hacer ningún gesto de agradecimiento.

La comunidad bear nació en San Francisco (California) en los años ochenta, cuando algunos homosexuales aficionados a las motos se reunían en el bar Lone Star. Pero desde la década de los cincuenta, tras la segunda guerra mundial y como resultado de las relaciones homoeróticas en el ejército estadounidense, grupos como los leather habían creado ya el estereotipo del gay amante del cuero que vemos

en grupos como Village People, en las ilustraciones de Tom of Finland y en la indumentaria de Rob Halford, el cantante de Judas Priest. La revista ochentera Bear Magazine propuso más tarde una reacción contra la abundancia de homosexuales lampiños y atléticos en los medios de comunicación. Una de sus portadas más famosas fue la de Jack Radcliffe, un ícono bear y superestrella del porno gay.

Varias manifestaciones culturales involucran a esta comunidad o son producto de ella. Hace un par de años, el diseñador belga Walter van Beirendonck presentó una pasarela de ropa interior para osos y en 1997 diseñó el vestuario de U2 para la gira Popmart. Películas como Cachorro, de Miguel Albaladejo; Chuecatown, de Juan Flahn; Bears, de Marc Klasfeld, y el corto documental Hard fat, de Frederic Moffet, forman parte de la filmografía oso.

Los osos son bastante activos en las redes sociales. Además de las páginas web para hacer contactos, hay blogs de argentinos, brasileños y colombianos que cuentan sus experiencias en el mundo bear. Una de las páginas más populares es Blissbearrocker.blogspot.com. Su autor, Mr. Bliss, que no quiso hablar para esta crónica, publica canciones de Turmion Kätilöt y Nine Inch Nails, así como comentarios críticos sobre la idiosincrasia del gay común y reseñas de películas de terror y gore.

Dos barbudos se besan en una esquina de la pista de baile. Parecen los típicos hipsters que frecuentan Armando Records. En su ensayo Excesos de la masculinidad, Javier Sáez habla sobre un beso entre hombres con barba. Dice que verlos resulta inquietante, porque “la estética de los osos es cercana para el mundo heterosexual, demasiado cercana: el carnicero de barba negra que te vende las morcillas o el fontanero de brazos peludos y bigotes que viene a repararte las cañerías pueden ser gays”.

Francisco y Orlando se acercan de nuevo. Antes de despedirse, como para que no le quede duda al reportero, Francisco explica por qué le gustan los osos.

–A mí no me gustan los hombres que parecen mujeres. A mí me gustan los machos.

La revista de los osos

Bear fue el nombre con el que Richard Bulger y Chris Nelson bautizaron un concepto que en 1987 se convirtió en Bear Magazine, una publicación californiana dirigida a hombres robustos y orgullosos de llevar pelo en pecho. En el 2002 dejó de circular, pero seis años después volvió al ruedo con su tradicional estilo editorial provocativo, en el que mezcla humor con artículos informativos que promueven la identidad global del oso gay.

 

Comentar con facebook