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Invisibles en una atmósfera de hadas

El interés de un fotógrafo bogotano por la belleza albina desembocó en una serie de retratos que parecen sacados de una fábula mágica. Diana, Clara, Eduardo, William y Alejandra son los protagonistas de este fotoensayo de otro artista del combo de #creadorescriollos.


Mayra Hernández

Al detenerse a observar estas imágenes, cuesta creer que un colegio de Ciudad Bolívar, una habitación común y corriente de clase media en Bogotá, y un convento y un polideportivo de un pueblo de Antioquia sean los escenarios donde habitan los protagonistas de estos hipnotizantes retratos con aire nórdico y destellos de fantasía. Es más, a algunos les costaría creer que las personas fotografiadas por este joven artista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano fueran colombianas. 

Los estigmas que asedian a las personas con albinismo, así como los cánones de belleza instaurados en nuestra sociedad, fueron aspectos que Alejandro Vásquez quiso confrontar en esta serie fotográfica que lo llevó hasta el lugar donde se concentra la mayor población albina del país: El Santuario (Antioquia). Pero antes de esto pasó primero por la Fundación Contraste, Albinos por Colombia, a donde llegó para entender las circunstancias sociales, políticas y culturales de quienes nacen con esta condición genética en el país. Allí comprendió que el albinismo es un fenómeno menospreciado social y políticamente. Muchas veces las condiciones fisiológicas de un albino, persona que requiere estrictos cuidados oftalmológicos y de la piel, no son tenidas en cuenta en los servicios que ofrecen los sistemas de salud en Colombia y en otros países.

En la Fundación Contraste, Alejandro conoció a Diana Sanabria, científica albina que decidió rastrear los orígenes de su propia mutación. Ella es la líder de esta ONG que busca visibilizar la población albina del país y promover la conexión de ésta con el resto de la sociedad colombiana. Ella, como toda una diosa elfa, se convirtió en una de las protagonistas de esta serie fotográfica, titulada Invisibles, y fue la guía que llevó a Alejandro hasta Santuario para que contactara a la mayoría de los personajes de las fotografías que componen su obra, expuesta ya en la galería Zona L y en la muestra colectiva Disrupciones: reflexión sobre el medio fotográfico en la era digital, donde se presentaron trabajos de estudiantes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Dicha experiencia, junto a una exhaustiva recopilación de mitos y tabúes sobre este tipo de belleza en diversos lugares del mundo, le sirvió a Alejandro como inspiración para resaltar, a partir de elementos simbólicos como el humo, los ambientes fríos y las prendas antiguas, las connotaciones fantásticas y enigmáticas que suelen perseguir a estas comunidades, tan ignoradas a lo largo de la historia. 

Hijos de la luna y de la luz del alba, seres celestiales de energía mágica que aparecen y desaparecen, ángeles caídos del cielo o amuletos de buena suerte; Invisibles por su color de piel, por tratarse de una población excluida y desdibujada en el panorama social. 

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