Fotos: Cortesía de Daniel González

¿19 años son suficientes para convertirse en un artista? Parece que sí. El paisa Daniel González, que desde hace un tiempo está sonando en medios como Juxtapoz Magazine y Feature Shoot, nos cuenta por qué sus modelos no sonríen y el misterio que esconden las fotos tradicionales con rollo.

Daniel tiene un equipo de trabajo conformado por la naturaleza, el cuerpo humano, los sueños, su mundo y los mundos de otros. Es dueño de una extraña habilidad: irradiar paz a punta de fotos.

Imaginación y una relación cercana con su entorno es todo lo parece necesitar. Este #creadorcriollo no necesita grandes escenarios, parafernalias, millonarias utilidades ni famosas modelos para hacer algo grande.

Collage, pintura y dibujo hacen parte de su reportorio artístico, pero también confiesa un gran gusto por las películas; tanto será que por estos días está asistiendo a un taller de realización cinematográfica.

No hay fronteras: C-Heads Magazine, Juxtapoz Magazine, Feature Shoot, son tan solo un pequeño ejemplo; ahí sus obras ya se han expuesto.

En cada uno de sus trabajos fotográficos el cuerpo desnudo y su contacto con la naturaleza está presente ¿Porqué son su temática principal?

Nuestra cultura Colombiana, evidentemente, comparte con muchas otras culturas la problematización de cómo se percibe un cuerpo desnudo, ya que este siempre ha sido un tema de tabú y controversia. De alguna forma mis fotografías pretenden darle una nueva reivindicación a este tema, una nueva percepción social e ideológica.

Hemos olvidado que somos parte de la naturaleza, que de allí procedemos, y la estamos destruyendo. Lo que trato de hacer por medio de mis fotos es una concientización del espacio, de la naturaleza.

Sus locaciones son reconocidas porque parecen arrancadas de un cuento mágico: ríos cristalinos, bosques apacibles y solemnes montañas ¿Cómo escoge estos lugares?

En Antioquia se consiguen unos paisajes maravillosos, pero hay que caminar bastante para encontrarlos. Hoy en día solo nos quedan fragmentos de lo que era la naturaleza.

Me gustan los espacios abiertos, llenos de vida y donde llegue buena luz natural, es así como selecciono las locaciones.

En entrevistas previas ha dejado claro que su trabajo es hecho 100% con instrumentos análogos. ¿Qué encanto tiene lo análogo? ¿Porqué prefiere esta técnica por encima de las nuevas herramientas fotográficas?

Nos hace ser más selectivos. Nos da una sensación de misterio. Ofrece texturas, colores, grano. Además hay un acercamiento más físico con la imagen y su tratamiento.

Todos tienen sus faros: personajes que admiran. Por ejemplo, David LaChapelle fue ampliamente influenciado por Andy Warhol. Para usted, ¿qué fotógrafos le han aportado a su trabajo?

Arno Rafael Minkkinen, Esteban Valencia, Juergen Teller, Ryan Mcginley, Jock Sturges, Spencer Tunick […] ¡Muy talentosos!

Trabajar al aire libre supone un gran reto, pues se tiene que lidiar con el clima y la luz, entre otros factores. Y como su instrumento es una cámara análoga, la dificultad se dobla. En estos 4 años, ¿cuál foto le sacó más canas?

Por cuestiones de tiempo y luz, esta:

Repasando sus álbumes, hay una constante: ¿por qué en las fotografías que hace la sonrisa casi siempre brilla por su ausencia?

Capturo las sensaciones que sienten los cuerpos cuando están en el espacio. Entonces si el entorno les transmite tranquilidad, paz, alegría y en su rostro se refleja, yo también reflejo eso es mis fotografías. Aquí hay una bonita sonrisa:

¿Qué le despierta la fotografía?

Recuerdos o visiones de mi entorno, de mi realidad y de mi propio mundo.

¿Fuente de inspiración?

El cuerpo humano, el espacio, la naturaleza y los sueños.

Todos tenemos una palabra que define lo que hacemos, ¿cuál es la suya?

Orgánico.

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