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BUKOWSKI ANIMADO

Retrato del artista italiano Graziano Origa. 

Desde su popular blog Brain Pickings, la escritora búlgara Maria Popova rescató una adaptación de El hombre de los bellos ojos, poema de Charles Bukowski publicado en 1992. Se trata de una animación hecha en 1999 por los británicos Jonathan Hodgson y Jonny Hannah.

Como bien destaca Popova, la animación está impregnada de pesimismo romántico, lucidez, pero sobre todo, de indignación por la rutina diaria que tanto detestaba Bukowski. Le dejamos a continuación la traducción de la pieza y el video. Lea, vea y que la depresión de las tareas diarias no lo alcance.

 

EL HOMBRE DE LOS BELLOS OJOS

 

Cuando éramos chicos
había una extraña casa
todas las cortinas estaban
siempre bajas
y nunca oíamos voces adentro
y el patio estaba lleno de cañas
y nos gustaba jugar en las cañas
a que éramos Tarzán
(aunque sin ninguna Jane)
y había un estanque de peces
grande lleno de los peces
más gordos que hubiéramos visto
y eran mansos
venían a la superficie del agua
y agarraban pedacitos de pan
de nuestras manos.
Nuestros padres nos habían
dicho: “no se acerquen a esa casa”
así que, por supuesto,
lo hacíamos.

 

Nos preguntábamos si alguien
vivía ahí.
Las semanas pasaban y nunca
veíamos a nadie.

 

Pero un día
escuchamos una voz
desde la casa
“¡PUTA DE MIERDA!”

 

Era la voz de
un hombre.

 

Entonces la puerta
de la cocina
se abrió de golpe
y un hombre salió.

 

Tenía una botella de whisky
en la mano derecha
y más o menos 30 años.
Un cigarrillo colgaba de su boca
y necesitaba afeitarse.
Su pelo estaba
salvajemente revuelto
y andaba descalzo
en camiseta y pantalones.
Pero sus ojos eran brillantes.
Encandilaban con su brillo
y nos dijo, “hey, caballeritos,
espero que estén
pasando un buen rato”.

 

Entonces se rió
y volvió a la casa.

 

Nosotros nos fuimos
de vuelta al patio de mis padres
y pensamos sobre eso.

 

Nuestros padres,
decidimos,
nos querían alejar de ahí
porque no querían
que viéramos a un hombre
como ése, un hombre
fuerte y natural
con bellos ojos.

 

Nuestros padres
estaban avergonzados
porque ellos
no eran como ese hombre,
por eso nos querían
alejar de allí.
Pero volvimos
a aquella casa
y a las cañas
y a los mansos peces.
Volvimos muchas tardes
durante muchas semanas
pero nunca vimos
ni oímos al hombre de nuevo.
Las cortinas estaban bajas
como siempre
y todo estaba quieto.

 

Entonces un día
mientras volvíamos de la escuela
vimos la casa.

 

Se había incendiado,
no quedaba nada,
solo unos cimientos negros
chamuscados y retorcidos
y fuimos al estanque
y no había agua
y los peces gordos y naranjas
estaban muertos ahí,
secándose.

 

Volvimos al patio de mis padres
y hablamos sobre eso.
Y decidimos que
nuestros padres habían
quemado la casa,
y habían matado
a los peces
porque todo
era tan bello,
incluso el bosque
de cañas habían quemado.
Habían tenido miedo
del hombre de los ojos bellos.

 

Y nosotros tuvimos miedo entonces
de que a lo largo de nuestras vidas
cosas como ésa sucedieran,
que nadie quisiera que otro sea
fuerte y bello,
que nunca lo permitirían,
y que mucha gente
tendría que morir.


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