A pesar de su carácter fuerte y de su actitud decidida frente a la vida, durante dos años sufrió de abusos físicos y psicológicos por parte de un marido controlador. Se casó a los 21, con la ilusión de tener una unión idílica, pero pronto el príncipe azul se convirtió en un tirano que la mantenía encerrada durante semanas. Un día, aprovechando que su esposo había dejado el celular en casa, consiguió hacer una llamada para pedirle a un familiar que la rescatara de esa pesadilla. En aquel momento no reconocía ser una víctima más de maltrato, tal vez porque nació en un entorno en el que la violencia doméstica era vista con la normalidad propia de una sociedad machista. Pero hoy lo reconoce, y no sólo eso, sino que se dedica a combatirlo por intermedio de la Red Feminista de Arte Urbano (NAMI), un colectivo integrado por más de 200 artistas, productoras y activistas, cuyo objetivo es concientizar a las mujeres de las favelas de que cualquier tipo de maltrato físico o psicológico se debe castigar. 

En el 2006, cuando entró en vigencia en Brasil la ley Maria da Penha, que condena a los agresores, y cuyo nombre hace referencia a una víctima de abusos y golpes por parte de su pareja durante 23 años, hasta quedar parapléjica, Anarkia empezó a pintar brujas, evas y otras figuras mitológicas.

Entre sus creaciones están Liberte, una mujer atrapada en sí misma que busca ser tan libre como un pájaro; Gabriela Dragonfly, quien asume su sexualidad sin preocuparse por lo que la sociedad espera de ella, y Eva, el más antiguo de sus personajes, que se mueve entre lo sagrado y lo profano.

Los colores vivos, como el rojo y el rosa, están presentes en su obra, marcada por un estilo cercano al kitsch. Las mujeres que representa, a pesar de estar rodeadas de colores alegres y elementos fantásticos, son apáticas y no logran transmitir alegría, pues están encerradas en sí mismas, así como Panmela alguna vez lo estuvo. “Ellas hablan de las exigencias que tenemos las mujeres en la sociedad: estar siempre bonitas, perfectas, lucir maravillosas por fuera. Pero por dentro estamos oprimidas y con varias conquistas por alcanzar”, dice Anarkia. 

Según esta activista feminista de 33 años, hablar de violencia doméstica con niños y adolescentes de escuelas públicas de Rio de Janeiro puede ayudar a que en el futuro “ellos no se conviertan en agresores ni ellas en víctimas”. Además de concientizar a través del arte, el proyecto Grafiti por el fin de la violencia contra la mujer promueve el número 180, una línea telefónica gratuita, abierta al público 24 horas, dedicada a orientar a la población brasileña, especialmente a las mujeres, en temas de violencia doméstica y trata de personas.

El 7 de agosto de 2014, con un grafiti de 24 metros de altura ubicado en pleno corazón de Rio de Janeiro, Panmela conmemoró el octavo aniversario de la ley Maria da Penha. El diseño del mural, que pintó durante diez días y que tituló Onde há respeito, há paz (Donde hay respeto, hay paz), fue escogido en un concurso en el que cerca de mil alumnos de las 34 escuelas públicas en las que imparte talleres de grafiti enviaron sus diseños conmemorativos. Ella fue la encargada de escoger el diseño ganador y de pintarlo en una de las calles más representativas de la ciudad. El proyecto sirvió de inspiración para que la directora Tainá Menezes realizara un documental en el que grafiteras y alumnos de escuelas públicas  cuentan sus experiencias como víctimas o testigos de la violencia doméstica.